martes, 4 de marzo de 2008

Esto es para vos, Cholo


Allá por el año 1989, un joven y todavía no muy conocido Enric Miralles daba una charla en la escuela de arquitectura de San Sebastián, aún en su antigua ubicación en Aiete.
En una pequeña sala de conferencias, Enric Miralles mostraba algunos de sus proyectos, realizados en colaboración con Carme Pinós, como la escuela La Llauna en Badalona, el centro cívico en Hostalets o, el que era su principal proyecto en el momento, el palacio de los deportes de Huesca.
Esta es la transcripción de las respuestas de Miralles a las preguntas que se le realizaron al final de la charla. Es una pequeña joya para mí por el entusiasmo y la confianza que Enric Miralles demostraba poseer en la Arquitectura.



Preguntas

― Qué intentas transmitir a tus alumnos, qué enseñas, cómo enseñas.

Hay una cosa elemental que es estar ahí con interés. Despreocuparse de las notas y resultados también me parece importante al empezar un curso. Y luego, intento hacerles ver lo que hay detrás de cualquier pequeño dibujo o cosa que me traen. Haces como de arqueólogo, como los arqueólogos que se inventaron el Partenón pero, exagerando la importancia de cualquier pequeña decisión. Insistiendo desde bromas elementales (como la de cómo se pega el celo) en qué hay detrás de cualquier decisión. No ayudo a llevarles hacia delante, a construir algo bonito, al contrario, a través de cualquier pequeña intuición que sea completa mirar hacia atrás, las cosas que lo acompañan de un modo inconsciente, lo que hay detrás de cerrar un espacio con una pared, o colocar un pilar... A partir de eso ir hacia atrás buscando que la persona descubra sorprendida lo maravilloso que es lo que está haciendo, no las limitaciones que tiene sino al contrario. Puede parecer un truco, pero yo creo que da resultado, al menos, en el sentido de dar un cierto entusiasmo y, no pedir a nadie un conocimiento de antemano, cada uno tiene el conocimiento al que más o menos quiere llegar.
Otra cosa, que hacemos en el curso, es tratar los proyectos de los arquitectos clásicos. Me gusta [hablar de] Luis Kahn (además porque sus textos son preciosos) con la tranquilidad y falta de prejuicio con que se puede corregir un proyecto de cualquiera de nosotros, arquitectos y alumnos. Es bonito ver hasta dónde llega y hasta dónde no. Ese tipo como de tono cotidiano de pensamiento. Esta es una postura como individual y de grupo, pero no ligada al tono general de la escuela, me parece.

Hay como unas ciertas ideas del modo de entender el lugar, de mecanismos clásicos de analizar una cosa a través del concepto de presencia, este tipo de cosas que están detrás de estos proyectos. Además por el hecho de estar dando clases en la escuela que tienes que buscar como un lenguaje general para hablar de las cosas.

― Has utilizado mucho la palabra construir al explicar tus proyectos. Las plantas me recuerdan en algunos momentos a (determinadas) composiciones constructivistas. Cómo crees que se pueden incorporar estas investigaciones en pintura, y en arquitectura también, a tu arquitectura.

Yo diría que no pero es igual. Porque con la arquitectura constructivista, además, es un momento que cada uno recuerda cuándo la descubrió. Es uno de esos momentos increíbles. De repente te das cuenta de que en el año [19]15, en Rusia, lejísimos allá, hay cuarenta señores increíbles. Esos momentos, sobre todo durante el momento de aprendizaje, increíble, que vas pasando de un nombre a otro como un loco. Uno de esos manantiales que de repente descubres. Como cuando descubres la presencia de cinco arquitectos en Roma en 1515, es decir, esos momentos fantásticos. Eso sí, además se trata de una arquitectura que me interesa muchísimo.
Lo que pasa es que, al menos personalmente, intento olvidarme de las cosas muchísimo, seguramente otro truco, como desarrollar la capacidad de olvidarte, de convivir con esta gente pero, casi cada vez que abres un libro, como si los vieras por primera vez. ¡Ostras Melnikov! Como si no lo hubieras visto nunca, como si no hubieras aprendido ninguna lección de él, ninguna lección que pudieras seguir, ninguna bandera que pudieras acompañar sino, simplemente, qué personajes, yo diría que en este sentido me muevo.
Y respecto a la pintura y estas cosas soy muy respetuoso, por eso sólo uso el cero-dos,
la regla y las fotografías, porque sabes que cuando puedes llegar lejos, con intensidad al menos, con una disciplina lo que menos puedes hacer es enredar con otra, pero es una opción muy personal.
Por ejemplo una de las cosas que tengo en la cabeza es las ‘famosas’ cuatro horas que ‘El Corbu’ dedicaba a pintar y voy recogiendo libros y fotos, y algún día a lo mejor entiendo por qué demonios lo hacía. Aalto por ejemplo no lo consiguió, sus cuadros no llegan a ser nada. El caso de ‘El Corbu’ al ser un personaje tan extraño vas viendo pero no he te-nido esa, ni mucho menos, necesidad.
No he mostrado muchos dibujitos porque no he contado ni el puente ni otras cosas, pero incluso nuestros dibujitos, esos pequeños hechos con tinta, no son dibujos para investigar la forma sino casi para no olvidarte de lo que has pensado. No olvidarte de que el primer peldaño tiene que ser así, no olvidarte de que la jácena va a tener esa sección. Son dibujos de memoria, no son dibujos en el sentido de que vas elaborando una forma plásticamente. Son recordatorios. Como notas que escribes: va a ser una CPN, pues la dibujas de cierta manera. Y al dibujarla la modificas, cambias el ala o cambias el perfil. Eso sí, cada vez que aparece un dibujo es para modificar aquello que habías pensado pero no elaborarlo sino un pequeñísimo paso.